El otro día hubo un apagón en el barrio. Estaba todo muy tranquilo y oscuro (como suele suceder en estos casos), y después de tranquilizar a mi hijo con una historia y unas cuantas velas prendidas, me dispuse a preparar la cena.
Ya se estaba leudando la masa para la pizza, así que en la oscuridad preparé una pizza que iba a ser el comienzo de una cena romántica (aclaro que Lautaro ya tenía hambre, así que estaba comiendo unos fideos con manteca, algas y tomate cortado en cubitos, y yo especulaba con que, sin tele, se durmiera temprano).
La masa de la pizza es de harina integral (como no tiene nada de extraordinario no voy a dar la receta, usen la que suelen usar)
Cociné la masa en horno fuerte y antes de completar la cocción la cubrí con trozos medianos de tomates, repollitos de Bruselas, champiñones y queso cremoso y gouda. Salé, esparcí algas Nori trituradas y rocié con aceite de oliva. Gratiné... y volvió la luz. Gracias a esta linda casualidad pude sacar fotos y Lautaro se desveló... adiós cena a la luz de las velas. Pero la pizza estaba riquísima.
